Teslamania

26/02/2013

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Nikola Tesla, un héroe de nuestros tiempos
Por: Dunja Kusturica

En una de sus inusuales visitas a Belgrado en 1892, Tesla dijo: “Tengo grandes ideas para poner en práctica en el campo de la ciencia y si se llevan a cabo, provocarán una gran felicidad a la humanidad. Lo que me causa más alegría es que será la obra de un serbio”.
Proveniente del pueblo de Smiljan, en la región de Lika en la Croacia de hoy, esta gran mente de finales del siglo XIX y principios del siglo XX es uno de los más grandes genios que esta civilización haya conocido.
Su cosmología nace de una sencillez. Según él, la tierra entera es un enorme generador de energía eléctrica que tenemos que aprender a transformar.
El número de inventos que realizaría durante sus años de investigación fueron los frutos de las visiones que tuvo durante su infancia, como la central de energía hidroeléctrica de las cataratas del Niágara que apareciera en su mente una tarde que pasó en el río con su tío o durante un atardecer en Budapest, mientras le recitaba un diálogo de Fausto a un amigo: la rotación de la Tierra es lo que transforma el día en noche —pensó—; de la misma manera, podría existir un motor de inducción que funcione en corriente alterna, como los motores que usamos hoy en día. Cuando intentó demostrarle esa tesis a su profesor Peschl durante sus años de estudio en Graz, éste le respondería que esa era una idea totalmente imposible, diría incluso: “Si alguien logra crear ese motor, me comería mi propio sombrero. ”
Descendiente de una familia religiosa, su padre era un sacerdote ortodoxo y consideraba que el hijo único, Nikola, debía continuar con la tradición, convirtiéndose él mismo en sacerdote.
Tesla —cuya salud siempre fue un poco débil— cayó gravemente enfermo de cólera una vez terminada la secundaria. Su condición era tan mala, que los médicos le dieron sólo unos pocos días de vida. Fue en ese momento que le pidió a su padre Milutin que aceptara su deseo de estudiar en la escuela técnica.
Su padre, por supuesto, aceptó. Desde ese instante, su recuperación milagrosa comenzó, acompañada de otro acontecimiento: buscando qué leer en la enorme biblioteca de su padre en esos días pesados, descubriría la literatura de Mark Twain y William Crookes. Explicaría que esos libros también fueron una de las razones más importantes para lograr su recuperación. Cuando conoce más adelante a Mark Twain, quién se convertiría en un amigo muy cercano, le contó la historia de su recuperación y vio: “al gran maestro de la risa, llorar.”
De igual manera, se debe mencionar que la última novela de Mark Twain, El extranjero misterioso, que se lleva a cabo en un pueblo de Austro-Hungría; no es más que el pueblo de Smiljan y fue inspirada en su amistad con Tesla.
Como todo gran visionario, estaba vinculado con el cosmos de una manera un poco extraña, casi mística. Tenía momentos en los que se le aparecían destellos de luz frente a sus ojos. Según explica en sus escritos: “En mi infancia, sufría de una extraña enfermedad donde aparecían ciertas formas, seguidas de resplandores de luces que cubrían los objetos reales y se mezclaban con mis pensamientos y mis acciones. Esas fueron las imágenes de las cosas y los acontecimientos que yo veía realmente y no de los que yo había imaginado. Cuando alguien me decía una palabra, la imagen de ese objeto se aparecía frente a mí de manera muy nítida y, muy a menudo, era incapaz de decir si lo había visto realmente o no.”
Así fue como, durante esos años de trabajo, “vería” más de setecientas patentes que dejaría ir y de las cuáles muchas serían atribuidas injustamente a Edison o a Marconi en lo que fue el nacimiento de la radio.
Tesla llevó una vida ascética. Después de un periodo de juventud corto —sin dejar de pasar por los juegos— se aislaría al grado de pasar días enteros en su laboratorio que se convirtió en su mundo. También le tenía fobias a varias cosas. No toleraba las joyas en las mujeres. En cuanto veía a una mujer con perlas en su mesa, no podía comer. Evitaba estrecharle la mano a quien fuera; cuando se sentaba en una mesa de un restaurante, exigía que ésta estuviera perfectamente limpia y, de no ser así, que la limpiaran de nuevo. No podía empezar a comer antes de calcular el volumen del plato y de su vaso.
Si bien apreciaba la compañía de hermosas mujeres intelectuales, nunca estuvo involucrado en relación alguna. Decía que para los artistas ellas podían ser una fuente de inspiración pero que para los científicos, era todo lo contrario. Cuando el poeta serbio Laza Kostic le envió una carta diciéndole que debería casarse con Lenka Dundzerski para que así el más inteligente de los serbios estuviera con la más bella de las mujeres serbias, Tesla le respondió que no podía hacerlo puesto que ya estaba casado con la ciencia.
En una ocasión, durante una cena en París, la famosa actriz Sarah Bernhardt pasó cerca de Tesla dejando caer su pañuelo, con lo cual Nikola se levantó educadamente para entregárselo y regresó a su mesa para continuar la conversación que entablaba sobre la mejora de los centros de llamadas. La única mujer que mencionaría en sus escritos sería su madre, mujer de la cuál afirma haber heredado su gran inteligencia e intuición.
“Me acosté en la cama y pensé: si mi madre muriera mientras yo estoy lejos de ella, estoy seguro que me lo haría saber. Pasaron varias horas en las que tuve fiebre. Entonces, en el momento en que me quedé dormido, mis oídos se llenaron de una melodía muy agradable y vi frente a mí una nube blanca sobre la cual se encontraba mi madre que me contemplaba con una mirada de amor. Mientras su rostro sonriente estaba rodeado de una luz inusual y de algunos personajes que parecían ángeles, yo observaba esta escena que se desarrollaba frente a mí y en ese momento, estuve seguro de que mi madre había muerto, lo cuál resultó ser cierto.”

Los últimos años de su vida fueron muy difíciles. Vivía en el piso 33 del hotel New Yorker con la ayuda que le brindaba su sobrino, acompañado de una multitud de palomas que él mismo cuidaba.
En uno de sus escritos habla del amor que le tenía a una paloma blanca de alas grises, de la cuál decía haber amado tanto como un hombre puede amar a una mujer.  “Bastaba con que pensara en ella y aparecía a mi ventana. Esa paloma era la alegría de mi vida. Entonces, una noche, mientras trataba de resolver algunos problemas acostado en la oscuridad, ella apareció y aterrizó en mi mesa. Yo sabía que ella me necesitaba. Me levanté y entendí que quería decirme que iba a morir. Y en cuanto entendí esto, vi una luz muy fuerte salir de sus ojos. Cuando murió, algo desapareció de mi vida: hasta ese momento, estaba seguro de que lograría todo lo que había imaginado, todas mis ambiciones en la vida. Pero después de la muerte de esa paloma, entendí que mi obra había terminado.”
Después de un sinfín de éxitos tales como —en ese momento— la torre de Wardenclyffe, donde experimentó los resonadores de alta frecuencia así como el motor eléctrico asíncrono, la corriente continua, su lámpara de alta frecuencia, las radio comunicaciones, transmisiones por ondas y cientos de otros inventos, este gran humanista permanecería solo y un poco olvidado al final de su vida.
Nikola Tesla fue un inventor que dedicó su vida entera a la investigación y al descubrimiento de los misterios de la naturaleza con el fin de domarla y utilizarla en beneficio del hombre.
Fue un gran humanista que a través de su gran obra, su generosidad y amor a la humanidad, contribuyó enormemente al desarrollo de esta civilización. No pidió nada para él, ni dinero, ni fama, ni gloria; tenía frente a él una gran meta que logró alcanzar.
Es también una fuente de inspiración para un gran número de personajes de la literatura, del cómic, del cine, tales como el libro de Lewis Perdue, El legado de Tesla, la película El secreto de Nikola Tesla, El Palacio de la luna de Paul Auster o la ilustración incluida en este número del Dr. Alderete.

Teslamania

26/02/2013

Poster infográfico realizado para el Fanzine nº34

+ texto escrito para la ocación por Dunja Kusturica.

Nikola Tesla, un héroe de nuestros tiempos
Por: Dunja Kusturica

En una de sus inusuales visitas a Belgrado en 1892, Tesla dijo: “Tengo grandes ideas para poner en práctica en el campo de la ciencia y si se llevan a cabo, provocarán una gran felicidad a la humanidad. Lo que me causa más alegría es que será la obra de un serbio”. Proveniente del pueblo de Smiljan, en la región de Lika en la Croacia de hoy, esta gran mente de finales del siglo XIX y principios del siglo XX es uno de los más grandes genios que esta civilización haya conocido.